Se pelan las patatas y se pican finas como si fueran para tortilla. Se coloca una cacerola al fuego con un poquito de aceite de oliva, cuando esté caliente se incorporan las patatas y el pimiento abierto por la mitad. Se refríen un poco, dándole vueltas y se echa una cucharadita de pimentón agridulce de la Vera, se le da unas vueltas y enseguida se incorpora agua, que queden bien cubiertas y añadimos la hoja de laurel.

Cuando está hirviendo se maja en un mortero ajo y perejil y se incorpora a la cazuela. En una sopera se echan sopas de pan —procurando que sean de un pan un poquito asentado (del día anterior)— muy finas. La cantidad de pan depende del gusto de cada uno, pues hay a quien le gusta que queden muy espesas y a otros les gustan caldositas.

Cuando las patatas están cocidas se vuelca todo sobre las sopas —a esta acción se llama «calarlas»—. Y ya tenemos lista una rica sopa de patatas.

A la hora de comer las sopas de patatas extremeñas se suelen servir acompañadas de uvas o de higos de pezón largo frescos, pimientos frescos largos, manzana, pera…

No se ajusta a lo tradicional pero si cambias el agua por caldo de pollo tendrás un extra de sabor.